viernes, 3 de junio de 2011

CORAJE QUE VENCE EL MIEDO

Por: Alfonso Wieland


En la parte superior de la puerta oeste de la milenaria Abadía o iglesia de Westminster (Londres), se aprecian las estatuas de diez figuras representativas del cristianismo del siglo XX. Entre ellos figuran Martin Luther King, monseñor Oscar Romero y el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer. Todos ellos mártires modernos del cristianismo. Todos ellos, cristianos que lograron vencer sus miedos, afirmando sus esperanzas.

Bonhoeffer es conocido por su activa colaboración en la resistencia contra el nazismo. Se le acusó de ser uno de los participantes en un complot para asesinar a Hitler. Encarcelado por varios años, finalmente el 9 de abril de 1945, a los 39 años de edad, fue ahorcado. Sus últimas palabras fueron: "Este es el fin; pero para mí es el principio de la vida” Estaba sereno y lleno de esperanza. El miedo no se apoderó de él.


El miedo puede provocar, en las personas sometidas a situaciones límites, a abdicar de sus más caras convicciones y valores que conducen sus vidas. Sin dudas, las elecciones peruanas están marcadas por el miedo. Miedo a retornar a un pasado de terror y corrupción. Miedo de elegir a un presidente que derrumbe lo avanzado, principalmente en el plano económico. El miedo nos puede llevar a aceptar cosas y acciones que en circunstancias normales jamás lo consentiríamos. Incluso cosas terribles contra otros seres humanos. Los peruanos y peruanas que vivimos los años duros de la violencia terrorista, fuimos testigos que en nombre de la lucha contra ella, se resquebrajó la democracia, se debilitó a instituciones como el Poder Judicial, el Congreso e incluso la prensa y las organizaciones civiles.

No hay algo más letal para una sociedad, que sus ciudadanos y ciudadanas rumien sus miedos, los hagan crecer falsamente, los multipliquen sin siquiera analizarlos. No está mal tener miedo, es imposible no tenerlo frente a algunas circunstancias de nuestra vida personal o social. Lo importante es saberlo enfrentar. Y para hacerlo hay que tener coraje y ser fieles a nuestras convicciones, sopesando cuál es el bien más preciado que buscamos defender. El coraje nos ayuda a que el miedo no sea la última respuesta en nuestra vida. El coraje es hermano directo de la esperanza. Las convicciones nos ayudan a saber qué suelo pisamos e impiden que cualquier viento destruya lo que somos.

Se cuenta que un compañero de prisión le preguntó un día a Bonhoeffer, mientras daban un paseo por el patio, cómo es que siendo cristiano y pastor había participado en un complot contra la vida de Hitler. La respuesta clara y didáctica del pastor fue: “Cuando un conductor borracho desciende a toda velocidad por la calzada, la tarea más importante del pastor no consiste en dar sepultura a las víctimas del demente, ni en consolar a sus familiares solamente, sino en arrancar al ebrio del asiento del volante”. Habría que haber vivido la barbarie del nazismo para entender a cabalidad la dramática decisión ética que hizo Bonhoeffer.

Por supuesto que el Perú de hoy no tiene al frente el peligro de un totalitarismo al estilo nazi. Pero sí tenemos que elegir entre el retorno de políticos corruptos y un candidato que genera dudas. Con todo, el discurso y el proyecto que Humala representa hoy, es el bien imperfecto frente al autoritarismo perfecto del Fujimorismo. El poder ebrio que nos intenta nuevamente gobernar debe ser detenido con el arma democrática del voto ciudadano. Por eso votaré por Humala, pues su proyecto representa hoy el freno necesario a quienes hicieron del Perú una noche permanente. Votaré por Humala sin ser Humalista. Y el 6 de junio, un día después de la votación y si gana Humala, asumiré responsablemente mi derecho de vigilar el cumplimiento de las leyes y la justicia social a la cual se comprometió cuando era candidato.

Sé que un importante número de personas honestas, entre quienes hay cristianos evangélicos, decidirán finalmente votar por Fujimori. Con el respeto y tolerancia que merecen estos ciudadanos, me parece que cometen un error si el argumento mayor es que están eligiendo a Keiko y no al padre. Para mí, es colocarse una venda de tres vueltas en los ojos. En todo caso, les exhortaría a ellos que en un eventual gobierno fujimorista estén dispuestos a vigilarlo, sin tolerar ni permanecer impávidos cuando se tuerza o no cumpla el encargo que se le ha dado.

Estoy convencido que la política no lo es todo. La afirmación de Lenin: “Salvo el poder, todo es ilusión” es ciertamente una gran ilusión. El poder de los gobernantes que elegimos finalmente es, y debe ser, limitado. Creer que nuestras esperanzas se destruirán si uno u otro candidato es elegido es no haber comprendido, creo yo, el mensaje de transformación integral que nos trajo Jesús de Nazareth. Hay frentes de batalla en nuestra vida diaria, personal y social, que son tan o más importantes que el ejercicio del poder político. Abrazar la honestidad e integridad, por ejemplo, está al alcance de todos nosotros. No necesito votar ni esperar las encuestas para conseguirlas. Necesito una decisión personal y como sociedad para hacer de éste un país sin temores, sin miedos, con hambre de solidaridad y verdadera compasión y justicia por los olvidados y postergados de siempre.

No tengan miedo, dijo Jesús en una ocasión a sus seguidores. Eso requerimos hoy escuchar nuevamente. No tengamos miedo. Coraje ahora.

Lima, 26 de mayo 2011

NOTA: Este artículo es opinión personal del autor y no refleja la posición institucional de PAZ Y ESPERANZA.

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