viernes, 3 de junio de 2011

Las “bendiciones políticas” desde el púlpito mediático. A propósito de la contienda electoral en el Perú

Por: Rolando Pérez
Investigador en temas de medios y religión
roloperezv@gmail.com


Dios se agrada de Keiko Fujimori, porque ama a Dios… Que entiendan todos que en Keiko hay una mujer de Dios. Cada quien puede votar por quien quiera, pero si queremos que el país salga adelante, oremos por Keiko Fujimori… Cuenta con nosotros Keiko, con un pueblo que ora.



Elocuentes palabras del pastor Rodolfo Gonzales declaradas desde su púlpito televisivo, animando a su congregación a respaldar el proyecto político fujimorista en la actual contienda electoral peruana. Las bendiciones públicas que influyentes líderes evangélicos han efectuado a favor del movimiento que lidera hoy la hija del ex presidente Alberto Fujimori y sus aliados nos recuerdan que desde sus inicios el proyecto fujimorista tuvo siempre entre sus más cercanos aliados y “legitimadores espirituales” a líderes eclesiásticos –evangélicos y católicos– que no dudaron en construir una suerte de “andamiaje” religioso para la legitimación de aquellas políticas que acrecentaron la violación de los derechos humanos y propiciaron el quiebre de la democracia.
El escenario actual da cuenta de la reactivación y el rol político que juegan los líderes emblemáticos del fundamentalismo religioso, cuya legitimidad ha sido afirmada por la capacidad estratégica de empoderarse desde sus respectivos púlpitos mediáticos en la escena política. Es interesante observar la cruzada que ha emprendido el pastor Rodolfo González, principal líder de la denominación evangélica “Movimiento Misionero Mundial, y el controvertido arzobispo de Lima y conspicuo miembro del Opus Dei, Juan Luis Cipriani.

Ambos han hecho uso estratégico no solo de su influencia eclesiástica, sino también del poder mediático, para reactivar el soporte religioso que los movimientos o partidos políticos neo fundamentalistas requieren para aminorar las desconfianzas y re-encantar la oferta populista que generan estos proyectos en un buen sector del electorado.

González cuenta con una extensa red radial y televisiva en Lima y el interior del país. A través de su cadena “Bethel televisión”, se ha constituido –en los últimos años– en un referente religioso importante, especialmente para aquellos actores que se mueven desde el poder político de turno. Por su lado, Cipriani, además de contar con el apoyo de la prensa afín a su ideología, usa cada sábado su acostumbrado púlpito radial desde los estudios de Radio Programas del Perú –la cadena radial más influyente en el país– para arremeter contra todo aquello que no concuerde con su particular forma de entender la acción pastoral y el rol público de las iglesias en la sociedad.

Es importante notar que la opción política que han adoptado ambos líderes, constituidos en gestores modernos de la religión mediatizada, responde no necesariamente a una estrategia coyuntural, porque en los últimos años el colectivo pastoral que ambos lideran ha jugado un rol significativo, legitimando con sus silencios o sus explícitas prédicas morales aquellas políticas que desde el Estado han acentuado la corrupción, la exclusión, la discriminación, la violación de los derechos humanos y el quiebre de la institucionalidad democrática.

Desde sus púlpitos, Cipriani y González no han dudado en “bendecir” abiertamente un proyecto político que coincida perfectamente con el imaginario de una religiosidad autoritaria, mesiánica y etnocéntrica que ambos abrazan y promueven. En este escenario, los medios son usados como instrumentos de propaganda proselitista, los símbolos religiosos son manipulados a favor de la legitimidad política, los rituales de intercesión son re-activados de manera selectiva a tal punto que se construyen estrategias de persuasión ante Dios, que rompen con la lógica de su propia tradición cultica eclesiástica.

Así se puede observar en el discurso de Rodolfo González en un masivo culto para respaldar la candidatura de Keiko Fujimori, en el que implora a Dios de este modo:
Tú puedes agradarte de ella y llevarla a la presidencia, yo no puedo, pero tú si puedes Señor. Sabemos que hay en ella un deseo grande de hacer tu voluntad… En el nombre de Jesús pido tu bendición para Keiko… Dale las fuerzas que ella necesita para llegar al poder con la bendición tuya.


En el mismo tono pero con un énfasis más escatológico, González, en presencia de Keiko Fujimori durante la emisión de su programa televisivo, advierte a su público respecto a lo que Dios haría en el Perú si el fujimorismo no obtendría el respaldo mayoritario en las próximas elecciones:
[Keiko] yo tengo fe que tú vas a gobernar el país… Fíjense bien por quién va a votar, porque después que hagan una mala elección y Dios se indigne por las cosas malas que haga un gobernante, los juicios de Dios que están cayendo sobre las naciones caerán también sobre el Perú.




Por su parte, desde su sabatino programa radial, Cipriani interviene en la campaña electoral no sólo imponiendo su particular prédica fundamentalista sobre los valores morales sino también demonizando aquellas voces críticas respecto a su postura político-religiosa. “Hay que ser un poquito más serio y no simplificar la verdad”, sostuvo recientemente el controvertido cardenal en reacción al respaldo que expresó el escritor Mario Vargas Llosa al candidato Ollanta Humala".

Este es el mismo sacerdote que en los años del conflicto armado interno, cuando las víctimas de la violencia política clamaban por solidaridad y justicia, no tuvo reparos en colocar en la puerta del arzobispado de Ayacucho –la zona más golpeada por la violencia– un infame letrero que decía: “Aquí no se atienden reclamos de Derechos Humanos”.

Es importante subrayar que estos líderes religiosos representan a un sector de la comunidad católica y evangélica peruana que ha emprendido una suerte de intensa “cruzada moral” cuyo objetivo principal es el de legitimar –desde su perspectiva teocrática del poder político–, una particular forma de entender la vida ciudadana, aquella que reemplaza la sociedad equitativa por una sociedad de privilegios; el consenso y el debate ciudadano por una suerte de orden social predestinado; la sociedad plural e inclusiva por la del reino de la intolerancia y la exclusión; la laicidad del sistema democrático por un estado confesional y religiosamente tutelado.

Esta cruzada proselitista encuentra en la actual contienda electoral el escenario propicio para afirmar su proyecto tutelar públicamente. Ambos, los gestores de la política y la religión, se necesitan para legitimar sus discursos y estrategias de poder. Aquellos que están en la vereda política activa necesitan de los “rostros pastorales” y del discurso de los “predicadores mediáticos de la moral” para ocultar con frecuencia sus responsabilidades éticas respecto a los actos de corrupción, violación de los derechos o la aplicación de modelos económicos que acrecientan la exclusión. Por su parte, aquellos que están en la frontera religiosa necesitan la plataforma y la estructura política no sólo para empoderarse en la esfera pública, sino también para influir y tutelar desde su cosmovisión moral en las instancias desde donde se gestionan las políticas públicas y los proyectos de desarrollo.

En contraste con aquellos esfuerzos de ciudadanos cristianos que han levantado en estos años una voz pastoral advirtiendo sobre la necesidad de hacer resistencia y vigilancia profética frente a cualquier poder político que intente afirmarse sobre el autoritarismo y el atropello a la dignidad humana, Cipriani y González han optado por convertirse en animadores mediáticos de una espiritualidad que anula la memoria colectiva, constructores de una iglesia que no duda en abrazarse con el poder político a cualquier costo, legitimadores de un discurso y una práctica moral implacable con el pecado individual pero indiferente y cómplice con el pecado estructural.

Lima, 2 de junio, 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario