viernes, 3 de junio de 2011

Entre el miedo y la memoria

Por Benjamín Bravo
Pastor de la Iglesia Evangélica Peruana
bbravoguerrero@gmail.com

En las diferentes redes sociales, llámese facebook, correo electrónico, twitter, etc., se ha presentado un inusitado interés por la política entre jóvenes, adultos y adulto mayor. Es interesante toda la cantidad de personas que han estado conectados en una discusión de ¿cuál es la mejor opción para nuestro país en estas elecciones presidenciales?

Sin embargo, no dejó de sorprenderme, cómo gente que vivió la experiencia del gobierno corrupto de Fujimori y Montesinos, estén ahora en la duda de si votar por Keiko y Fuerza 2011 o por Ollanta y Gana Perú. Y quiero dejar bien en claro, que no es solo Keiko Fujimori (que personalmente, creo fue muy consciente de lo que hacía su padre y participó de sus tropelías, ya que, sin vergüenza recibió en efectivo dinero para sus estudios, sin preguntarse de donde salía tanto dinero si su papá solo “ganaba 2,000 soles” como presidente del país), sino que tiene un equipo de personas que la acompañan y que son los mismos que acompañaron a su padre en esa aventura de piratas y filibusteros de las arcas del país. Y ni qué decir de su fórmula presidencial, compuesta entre otros por Rafael Rey, defensor del Grupo Colina, promotor de la amnistía para los violadores de los Derechos Humanos, amigo de Montesinos, que justifica las matanzas de campesinos a manos de los militares, que cerró sus ojos a la corrupción, etc. y de Jaime Yoshiyama, quien dijo que se había enfrentado a Montesinos y este le respondió. "Estaré privado de mi libertad pero no de mi memoria". Y Yoshiyama nunca más se refirió a él.

En ese mismo sentido, menciono a Ollanta Humala y Gana Perú, no es solo Humala, hay un equipo de personas que le acompañan (incluida su fórmula presidencial) que tienen un currículum confiable de compromiso con la democracia, con la lucha anticorrupción y los más necesitados. Por lo tanto, no se trata de hablar -para bien o para mal- de los candidatos Fujimori y Ollanta, sino, además de ellos, de sus equipos y sus compañeros de fórmula presidencial.

Puedo comprender la duda de los jóvenes que votan por primera vez, pues no eran tan conscientes de lo que pasaba en los años noventa. Eran niños que tendrían aproximadamente entre siete y nueve años de edad, y no podemos pedirles que entiendan esa situación.

Todo esto me lleva a preguntarme, ¿qué debe guiar nuestras decisiones?, ¿cómo debemos tomar decisiones importantes en nuestra vida, tanto personal como socialmente? Lo que vemos en esta campaña, es que se ha azuzado lo más primario del ser humano: el miedo. Cuando tomamos decisiones llevados por el miedo, la razón se obnubila, el temor impide que nuestras facultades de pensamiento nos ayuden a calificar las diferentes informaciones que recibimos, y solo actuamos por los instintos más primarios.

A lo largo del Antiguo Testamento, encontramos que Dios llama a su pueblo a hacer memoria de su historia. Una y otra vez, desde Éxodo hasta los profetas, pasando por los salmos encontramos este llamado de Dios a su pueblo: “Recuerden…” “… que ustedes fueron esclavos en la casa del Faraón”, “que los guié por el desierto”, “que los traje a tierra fértil”, “que sus padres desobedecieron”. El pueblo de Israel no debía olvidar que Dios los había acompañado a lo largo de su trajinar, pero además, debía recordar que durante ese trayecto sus padres habían sido infieles a los mandatos de Dios (Jeremías 2. 4-8). Para que el pueblo no olvide, les llamó a instaurar espacios y acciones de memoria que les recuerden lo sucedido, como cuando cruzaron el rio Jordán e hicieron un altar con las piedras del rio para que les sirva de recuerdo (Josue 4.1-7) o cuando los primogénitos de los judíos se salvaron de la muerte y el Señor les dijo que conmemoren una fiesta para recordar a los niños judíos que Dios los había liberado de la muerte (Éxodo 13. 11-15). Pero también les recordaba las consecuencias que acarreaba para el pueblo, cada vez que se apartaban de los mandatos de Dios.

Hacer memoria era para el pueblo de Israel una necesidad imperiosa, para confiar en Dios y no apartarse de él, pero también para no volver a cometer los mismos errores de sus antepasados. Hagamos memoria por el futuro. Hagamos memoria por nuestros hijos, hagamos memoria por la dignidad y la justicia. No está demás decir que, un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Memoria y no miedo debe guiar nuestras decisiones hoy.

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