sábado, 28 de mayo de 2011

Yo no voto por Humala

Por: Pablo Espinoza – Reverendo - Estados Unidos
Pastor y músico


Nos vamos acercando al final de esta larga y tensa jornada electoral en Perú. Ninguno de los dos candidatos finalista puede cantar victoria aún. Keiko Fujimori con dos o tres puntos sobre Humala no puede arriesgarse a declararse ganadora, porque ese margen puede ser fácilmente revertido en último minuto, en las urnas. Mucho menos Humala puede sentirse perdedor, porque no hay razón contundente para ello. En realidad el electorado está más o menos dividido en partes iguales. He ahí la fuerza de esta tensión: el Perú está dividido.

He discutido mucho con varios amigos y amigas sobre la naturaleza de los dos candidatos, el comportamiento del electorado, las razones que hacen inclinar la intención de voto, la manipulación de los medios de comunicación, la poca seriedad de algunos de ellos. En fin, creo que tengo suficiente material en mi cerebro para hacer una decisión definitiva y consciente.


Fui criado por unos padres maravillosos que me inculcaron el amor a Dios y al prójimo como principio de toda decisión importante de mi vida, y de las no muy importantes también. Pero poco a poco me fui dando cuenta que en gran parte ese amor a Dios y al prójimo estaban más o menos manipulados por una teología que el Tío Sam impulsó y patrocinó en los países pobres: miedo a Dios. Y el amor al prójimo solo tenía su objetivo en ‘convertirlo’ para que no sufriera la eternidad en el infierno. Las condiciones sociales del individuo poco importaban si su alma estaba salvada. En otras palabras, una total indiferencia a la responsabilidad social, que redundaba a favor del sistema que Estados Unidos y sus aliados europeos imponían en los países pobres. Esto por supuesto es en mí caso, que vengo de una crianza cristiana evangélica.

Pero la mayoría católica romana no difería mucho en la razón de su rechazo a los cambios que movimientos renovadores proponían para cambiar el sistema en América Latina. La ‘tradición’ fue y es el sucedáneo que la jerarquía romana usó y usa para manipular las conciencias de sus fieles. Mientras la pobreza sigue rampante, la curia se codea con lo ‘mejor’ de los ricos y de la aristocracia, de quienes recibe muchos favores. En realidad esto viene sucediendo desde que Perú es una República.

Lo que quiero decir es que, tanto evangélicos -antes una minoría insignificante, hoy una minoría todavía, pero rápidamente creciente- como católicos han sido sometidos a la teología de la resignación. Entre santos, procesiones, sermones, milagros y apariciones la gente sublima sus inseguridades y problemas y se conforma con el sueño de un mundo mejor en el más allá. Pero en el fondo esta teología ha logrado minar la capacidad de reflexión propia de la mayoría de los cristianos, creando una indiferencia supina hacia hechos sociales que a la luz de los Evangelios y los profetas no deberían tolerarse.

Por favor no hagan un juicio a priori sobre mis declaraciones -como cristiano convencido, mejor dicho, seguidor de Cristo, y como teólogo, mi razonamientos están influenciados por el Cristo de los Evangelios, ese que descubrí por fin y por gracia, sin los lentes de la interpretación religiosa, y no por el Cristo disfrazado de la religión-. Tampoco me pongan etiquetas de comunista, chavista o castrista, porque no soy nada de eso. Soy alguien para quien la ética de la praxis está indisolublemente unida al ejemplo claro y transparente del Cristo de los Evangelios a quien digo seguir. Así que para mí el Sermón del Monte que Jesús de Nazaret predicó no es un discurso teórico o abstracto, metafóricamente hermoso, reflejo de las delicias celestiales; no. Toda la enseñanza de Cristo y todos los eventos de su ministerio, es un asunto que lo vives e imitas a cabalidad o eres un mentiroso contumaz, lobo con piel de cordero.

A la luz de lo que creo y vivo de los Evangelios y del ejemplo de Jesús de Nazaret y de los profetas, ¿por qué tendría yo que votar por la continuidad de un sistema que viene gobernando el Perú por casi 200 años y nada ha hecho por el país, sino solo por los ricos? ¿Por qué daría mi voto a la perpetuación de la desigualdad descarada e indiferente al sufrimiento y la pobreza de una mayoría olvidada y explotada? ¿Por qué escogería mi comodidad personal y los beneficios que pudiera tener de un sistema en el que sólo pocos gozamos de esa comodidad, mientras la mayoría no tienen casi nada? ¿Dónde está el amor del que tanto hablan los religiosos y que a la hora de votar escogen por la continuidad de la explotación y la miseria de la mayoría? ¿Es ese el sistema que favorece Dios? ¿Por qué los líderes religiosos se ponen frenéticos cuando alguien que dice amar y seguir a Cristo declara su empatía con los pobres?

Por otro lado, ¿no decimos los creyentes cristianos que nuestra calidad moral viene de una ética enseñada y predicada por Cristo, sobre todo con su ejemplo? Bajo esta premisa, ¿cómo podría yo votar por alguien que es declarada admiradora del gobierno de su padre, un gobierno antidemocrático, corrupto, genocida, ladrón, narcotraficante, mentiroso, burlador y fugitivo? ¿No es esa empatía declaración, que ella es de esa misma calidad moral, aunque debería más bien decir calaña? ¿Se puede pasar por alto todo eso, y votar por ella sólo por mantener el statu quo, que no le importa el dolor y el sufrimiento de los pobres? ¿Cristo votaría por ella? No, contundentemente no. Si no tuvo reparo de llamar peyorativamente al corrompido Herodes ‘zorra’ y a las autoridades de su tiempo, “hipócritas” “sepulcros blanqueados” “generación de víboras”, no de la boca para afuera sino de corazón, lo que le valió su propia muerte. No cabe la menor duda que, él no votaría por ella. En lo que a mí respecta y por lo dicho arriba, no puedo votar por Keiko Fujimori. Mi compromiso con Cristo no me lo permite.

¿Votaría entonces por Humala? Por él no, pero por los cambios que propone y por la esperanza para los pobres que representa, sí. La coyuntura política del Perú en estos momentos es muy especial. Si todos los que votamos por PPK en la primera vuelta no hubiésemos jugado con posibilidades muy ambiguas, hoy Humala sería ya el Presidente Electo del Perú. Reconozco que fue un error de mi parte no haber votado por él en la primera vuelta y me arrepiento. Pero no volveré a cometer el mismo error dos veces. Además, no tengo alternativa, no hay opción por escoger. El Perú un país muy favorecido en riquezas naturales se merece una oportunidad. Esas riquezas que el Creador las hizo yacer en el subsuelo de esas tres ricas regiones que conforman su territorio son para el bienestar de todos, y no debe seguir siendo solo para beneficio de unos cuantos. Aclaro, no voto por Humala, voto por el cambio, por la reivindicación de todos los peruanos que él representa; voto porque hay una fuerza desinteresada que dentro de mí me dice que los pobres del Perú también tienen derecho a participar de las riquezas que Dios ha dado a este maravilloso país. Las especulaciones en su contra no hacen ningún efecto en mí, porque son eso, solamente manipulaciones de los medios de comunicación en manos de los de la derecha que no quieren un cambio, que quieren que Perú siga siendo lo mismo 200 años después de su ‘independencia’.

Voto por un Perú más justo.

1 comentario:

  1. De acuerdo con el análisis y la autocrítica personal. Sólo veo una inconsistencia en el hecho que declaras, acerca de que en la primera vuelta votaste por PPK. ¿No era él mismo la representación de los ricos en contra de la inclusión de los más desfavorecidos? Claro que si. Allí no cabían posibilidades ambiguas.

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