sábado, 7 de mayo de 2011

“Tócame que soy realidad”

Por: Gregory Bardales Pereyra
Sociólogo

Cuando el pueblo se cansa de que le digan
que Perú es Raymond Manco
En buena cuenta, de lo que se ha cansado el pueblo en esta elección es de la “realidad” que supuestamente estamos viviendo los peruanos, es decir, de la “realidad” que pretende ser legitimada desde los aparatos ideológicos del Estado y desde los centros de poder hegemónico.

La primera “realidad” que se cierne sobre nosotros es la del milagro económico peruano, que se resume en el slogan: “El Perú Avanza”. A propósito de este punto, es bastante ilustrativo considerar uno de los comerciales de campaña que difundió el partido de gobierno: “Tócame que soy Realidad”, aludiendo a la famosa frase que, según afirma Shirley Arica, le habría proferido el futbolista Raymond Manco.
Llama la atención que el comando de campaña del partido aprista no se haya percatado que dicha frase, más que una realidad, evidencia una pretensión de realidad sin mayor base que las ínfulas trasnochadas del futbolista, es decir, constituye una distorsión subjetiva de la realidad porque obedece sólo a la autopercepción de Manco, quien se asume a sí mismo como una realidad tan maravillosa que uno necesitaría tocarla para entonces creer en ella.
Se trata de una frase hecha para ser enrostrada, que implica un profundo sentimiento de superioridad: la realidad del crecimiento económico que beneficia a unos cuantos y que significa una cachetada a la pobreza de quienes, sólo se contentan con pasear por los santuarios del trajín consumista, un mundo tan ajeno que apenas pueden tocar.
Si la realidad del Perú es, al final de cuentas, la realidad de Raymond Manco entonces ya vamos entendiendo los resultados de la primera vuelta, la precariedad de nuestros procesos de construcción social de la realidad y la evanescencia de nuestro proyecto de nación; pero también, representa una oportunidad inmejorable para repensar el Perú desde sus márgenes.
Conceptos como “libre mercado” y “libre competencia” van siendo seriamente cuestionados: ¿Qué libre mercado puede existir en una economía basada en el oligopolio y, no pocas veces, en el franco monopolio (por ejemplo: el rubro cervecero manejado por la Backus y el valle del Chicama copado por el grupo Gloria)? La ilusión de los sujetos libres e iguales que intercambian mercancías en el mercado se va desvaneciendo merced a las propias contradicciones del sistema, encarnadas en el obrero que vende “libremente” su fuerza de trabajo, pero que en ese preciso momento deja de ser libre.
Es necesario también cuestionar la realidad de la democracia que supuestamente vivimos los peruanos. Una “democracia” que es rigurosamente exigida a los gobiernos que tienen un manejo “izquierdoso” de la economía, pero que es menos drástica con aquellos regímenes que, siendo dictatoriales, se someten a los designios de la mano invisible del mercado, como es el caso de China, donde su democracia apenas es puesta en cuestión (véase, por ejemplo, la extrema complacencia del presidente García con el régimen político chino en una entrevista con Raúl Vargas en RPP).
De otro lado, ¿Cuánta libertad de expresión hay en Perú? ¿Todos tenemos acceso por igual a ese derecho? ¿Todos los candidatos tuvieron la misma posibilidad de expresar libremente sus ideas en los medios de comunicación? Bien sabemos que la libertad de expresión que tenemos los ciudadanos está supeditada a los intereses de los dueños de los medios, acaso te dejen expresar “libremente” tus ideas si compartes la línea editorial que manejan o si tienes el dinero suficiente como para difundir tu anuncio.
Obviamente, el Perú no es Raymond Manco, como cree el señor presidente de la República. La realidad construida desde el poder se cae a pedazos y desnuda los profundos antagonismos que atraviesan a la sociedad peruana.
La democracia no es un concepto clausurado como quisieran los grupos de poder vinculados al gran capital, sino que va evidenciándose como un concepto en permanente disputa, se trata de un significante muy preciado que se encuentra atravesado por los intereses de clase. ¿Qué libertad de expresión puede existir en un país donde los medios de comunicación están en manos de un puñado de grupos empresariales (que terminan definiendo quién dice qué cosa y de qué manera lo dice)?
La pregunta es: en medio de esta lucha por la hegemonía, ¿dónde están nuestros intelectuales orgánicos? ­-esos de los cuales nos hablaba Gramsci-, que sean capaces de construir una contrahegemonía desde la realidad de los que no tienen poder, ¿dónde están nuestros intelectuales evangélicos supuestamente progresistas? Es el momento de tomar posición, ¿a qué lado del camino nos ubicamos?
La neutralidad no es una opción, porque al invisibilizar las contradicciones y al “hacerse de la vista gorda”, termina legitimando el orden establecido y jugando a favor del statu quo. Es hora de demostrarle al país que no todos los evangélicos del Perú piensan como Humberto Lay o Julio Rosas. Es hora de (re)construir una propuesta teológica crítica contra la ideología dominante de “Alanicia en el país de las maravillas”, que desnude las relaciones sociales de dominación y que ponga el dedo en la llaga de las arbitrariedades del sistema. El pueblo así lo demanda.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, no es tiempo de ser neutrales. Creo que este blog es una muestra de lque se puede hacer si se unen esfuerzos

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